Beneficios del entrenamiento muscular

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En el post de hoy hablaremos del entrenamiento de fuerza muscular. Con nuestro método de entrenamiento, sentirá la fuerza. Nuestro método de entrenamiento se basa en el fortalecimiento muscular, es decir, en ganar más fuerza en los músculos mediante el ejercicio en máquinas de diseño exclusivo. Te explicamos las características del entrenamiento muscular en Wunder Training.

Tener más fuerza muscular es muy beneficioso para nuestro cuerpo. Unos músculos fuertes son los que nos permiten caminar, subir escaleras, coger peso… en definitiva, son los responsables de que nos podamos mover con ligereza y libertad. A partir de los 25-30 años, nuestra fuerza física empieza a disminuir, por eso es importante el entrenamiento de fuerza muscular para fortalecer los músculos,  para así evitar el deterioro progresivo y mantenernos sanos y fuertes.

Wunder Training es un gimnasio diferente en Barcelona. Las características del entrenamiento de fuerza muscular en Wunder Training se basan en conocimientos médicos y deportivos.

  1. Ejercitarse una o dos veces a la semana.

    Cada programa de ejercicio deberá cubrir todo el cuerpo con un máximo de diez ejercicios. Los estudios de la ciencia del deporte muestran que una o dos sesiones de ejercicio a la semana son suficientes para la mayoría de los grupos musculares, cuando el ejercicio se realiza hasta el agotamiento local (Smith & Bruce-Low, 2004).

  2. Ejercitar primero los músculos de las extremidades inferiores.

    Si se inicia el ejercicio con los grandes grupos musculares de la parte inferior del cuerpo se activa rápidamente el sistema nervioso, el metabolismo y el sistema hormonal y cardiovascular. Para el cuerpo, esto supone un mayor estímulo para el ejercicio. Además, es más fácil ejecutar correctamente los ejercicios de los grupos musculares de más volumen al inicio de la sesión que al final.

  3. Elegir un peso que permita realizar el ejercicio de 60 a 90 segundos.

    Durante el fortalecimiento muscular, son decisivos el grado de tensión generada en el músculo y la duración de esta tensión. Una velocidad de movimiento muy lenta favorece un mayor grado de tensión en el músculo y provoca un mayor aumento de la fuerza (Smith & Bruce-Low, 2004).

  4. Evitar movimientos bruscos, «explosivos» o rápidos, ya que son peligrosos y contraproducentes.

    A mayor velocidad del movimiento, menor será el control sobre el mismo. Movimientos rápidos aumentan el riesgo de lesiones. También reducen el grado de tensión en el músculo y, como consecuencia, el éxito del ejercicio.

  5. Realizar cada ejercicio hasta el agotamiento local de los músculos implicados.

    Es decir, hasta que un movimiento completo ya no sea posible. En cada sesión, se debe intentar prolongar la duración hasta que el músculo quede agotado. Las últimas repeticiones, las más agotadoras, son las más importantes, ya que la intensidad del ejercicio es la más alta y deben trabajar y ejercitarse tantas fibras musculares como sea posible.

  6. Evitar la «ayuda» de otros músculos.

    Girando, balanceando o moviendo el cuerpo. Este tipo de movimientos evasivos multiplican las fuerzas que afectan a los músculos y articulaciones, y se corre el riesgo de producir lesiones.

  7. Aislar los músculos relevantes para el ejercicio tanto como sea posible.

    Las innecesarias tensiones musculares estáticas perjudican la capacidad de rendimiento porque causan un consumo de energía adicional, procesos inhibidores nerviosos y un esfuerzo cardiovascular mayor (Hollmann & Hettinger, 2000).

8. No contener nunca la respiración mientras se realiza el esfuerzo y evitar la respiración entrecortada.

El ritmo respiratorio no tiene que coincidir obligatoriamente con el ritmo del movimiento. Cuando se realiza un gran esfuerzo se tiende a la respiración entrecortada. Ello aumenta la presión en la zona abdominal y provoca oscilaciones altas en la tensión arterial (Hollmann & Hettinger, 2000).

9. Ir de una máquina a la siguiente sin interrupción, si es posible.

De este modo, el corazón y el sistema cardiovascular también se beneficiarán del entrenamiento. El trabajo muscular activo aumenta la necesidad de oxígeno del cuerpo. El fortalecimiento muscular provoca un aumento de la frecuencia cardiaca y respiratoria. Para que se mantengan lo más altas posible durante el ejercicio, los descansos entre máquinas deben ser muy breves.

10. Realizar una única serie del ejercicio para alcanzar el agotamiento local de los músculos implicados.

No es adecuado realizar varias series, ya que los estímulos del ejercicio no se suman. Los estudios realizados concluyen que el ejercicio multiserial no supone ninguna ventaja (Smith & Bruce-Low 2004, Gießing 2006)

11. No aumentar nunca el peso si ello reduce la calidad de ejecución del ejercicio.

La amplitud de movimiento individual (ROM = Range of Motion, en sus siglas en inglés) no se debe reducir tras un aumento de peso ni deben surgir movimientos de desviación. El entrenamiento de fuerza muscular a lo largo de todo el ROM provoca un desarrollo muscular armonioso. Se conseguirá una capacidad de rendimiento mayor y se evitarán lesiones.

12. Anotar el peso para el siguiente entrenamiento en la ficha de ejercicios.

Una clara documentación del ejercicio facilitará el control y la planificación del entrenamiento de fuerza muscular.

13. Beber suficiente agua (sin aditivitos) antes, durante e inmediatamente después del entrenamiento.

El trabajo muscular intensivo provoca una secreción de sudor que, en proporción, contiene mucha agua. Como consecuencia, aumentará la concentración de electrolitos en el cuerpo. Por eso es más importante consumir agua durante y después del entrenamiento que consumir electrolitos (Hollmann & Hettinger, 2000).

14. Descansar los músculos después del ejercicio durante, como mínimo, 48 horas para que se puedan regenerar.

La capacidad de rendimiento reducida tras una sesión de fortalecimiento muscular es una combinación de cansancio muscular local y un cansancio central del sistema nervioso. La musculatura se fortalece durante los períodos de descanso. En función de la capacidad de regeneración individual y la intensidad del ejercicio, los sistemas del cuerpo necesitarán desde unas horas a varios días para regenerarse (Hollmann & Hettinger 2000).

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