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La menopausia es una etapa natural en la vida de toda mujer, marcada por el fin de la menstruación y por una caída importante en las hormonas femeninas. Este proceso viene acompañado de una serie de cambios hormonales, físicos y emocionales como sofocos, problemas de sueño, ansiedad, pérdida de masa ósea y muscular, entre otros, que pueden afectar significativamente nuestra calidad de vida.

Aunque es un proceso biológico inevitable, la buena noticia es que hay formas eficaces de afrontarlo y mejorar sus efectos. Entre ellas, el ejercicio físico regular, y más concretamente el entrenamiento de fuerza, se posiciona actualmente como una de las mejores estrategias para cuidar de nuestra salud en esta etapa de la vida.

Por otro lado, debemos tener en cuenta que este proceso es único en cada mujer y que puede verse influenciado por múltiples factores, por lo que será importante adaptar el entrenamiento a cada persona.

 ¿Qué es la menopausia?

Todo el mundo se hace una idea sobre qué es la menopausia, pero merece la pena detenerse en este punto para conocer realmente su significado. Podemos definir la menopausia como al cese de la actividad menstrual durante 12 meses consecutivos siempre que este ocurra en ausencia de una explicación fisiológica o patológica de otro tipo. Los ovarios dejan de liberar óvulos marcando así el fin de la etapa reproductiva de la mujer, y con ello, produciendo una menor cantidad de hormonas femeninas (estrógeno y progesterona).

La edad promedio de la aparición de la menopausia son los 51 años, y se denomina menopausia temprana a aquella que aparece antes de los 45 años. Por lo que respecta a la duración de la sintomatología, esta suele durar entre uno y seis años, pudiéndose alargar hasta los quince años en algunos casos.

¿Qué ocurre en el cuerpo durante la menopausia?

La reducción hormonal propia de la menopausia impacta en distintas funciones del organismo: desde la regulación del colesterol, el mantenimiento de la masa ósea y muscular, hasta el estado de ánimo o la calidad del sueño.

La caída de los estrógenos puede provocar síntomas como:

  • Sofocos y sudores nocturnos.
  • Alteraciones del sueño.
  • Cambios en el estado de ánimo, ansiedad o síntomas depresivos.
  • Pérdida de masa muscular o sarcopenia.
  • Disminución de la densidad ósea, aumentando el riesgo de osteoporosis.
  • Cambios metabólicos, como el aumento de grasa abdominal o la resistencia a la insulina.

Aunque muchas mujeres experimentan algunos de estos síntomas con más intensidad que otras, el estilo de vida juega un papel clave en cómo se atraviesa esta etapa. Los factores que pueden potenciar estos síntomas más allá de los genéticos y fisiológicos son el tabaquismo, la obesidad y la inactividad física.

Ejercicio físico: mucho más que moverse

Tradicionalmente, se ha recurrido a la terapia hormonal sustitutiva para tratar los efectos de la menopausia. Sin embargo, esta no está indicada para todas las mujeres y puede tener efectos secundarios. Por eso, el ejercicio físico terapéutico se presenta como una alternativa efectiva, segura y con múltiples beneficios comprobados científicamente.

El ejercicio regular, y en especial el entrenamiento de fuerza, ha demostrado ser una de las herramientas más efectivas para mitigar los efectos de la menopausia.

¿Por qué fuerza? Porque el cuerpo necesita estímulos potentes para mantenerse fuerte frente a los cambios hormonales. Aunque todos los tipos de ejercicio son beneficiosos (caminar, nadar, yoga, etc.), el entrenamiento de fuerza es especialmente importante durante y después de la menopausia ya que trabaja directamente sobre el sistema muscular y óseo, justo donde más se siente el impacto de la menopausia.

El entrenamiento de fuerza ha demostrado aportar los siguientes beneficios:

  • Mejorar la masa muscular.
  • Mantener o aumentar la densidad ósea.
  • Disminuir la frecuencia e intensidad de los sofocos.
  • Favorecer el equilibrio hormonal y metabólico.
  • Mejorar el estado de ánimo y reducir la ansiedad y la depresión.
  • Fortalecer el sistema cardiovascular y disminuir el riesgo de enfermedades crónicas.

¿Cómo debe ser el entrenamiento ideal?

Para que el ejercicio tenga efectos reales en esta etapa, debe cumplir ciertas condiciones:

  • Intensidad: El entrenamiento debe superar el 70% de tu repetición máxima. Es decir, debe ser exigente pero seguro.
  • Frecuencia: Se recomiendan entre 2 y 4 sesiones por semana, respetando los tiempos de descanso.
  • Progresión: El cuerpo necesita ir aumentando progresivamente la carga para seguir mejorando.
  • Variedad: Incluir ejercicios que trabajen todos los grupos musculares y combinen fuerza, equilibrio y movilidad.
  • Supervisión profesional: Es clave para evitar lesiones y adaptar el programa a tus capacidades y objetivos.

En Wunder Training, nuestros programas están diseñados específicamente para responder a estas necesidades. Te acompañamos paso a paso, asegurando una progresión efectiva y segura, con controles periódicos y prestando atención a las posibles limitaciones físicas de cada persona.

Nunca es tarde para empezar

Lo ideal es no esperar a tener síntomas intensos o haber perdido masa ósea para empezar a entrenar. Cuanto antes se empiece, mejor se previenen las consecuencias negativas de la menopausia. Sin embargo, nunca es tarde para empezar. Incluso mujeres que comienzan a hacer ejercicio a los 60 o 70 años experimentan mejoras en su fuerza, equilibrio y bienestar.

Consejos prácticos para iniciarte en el entrenamiento

  • Consulta médica previa: Especialmente si tienes antecedentes de enfermedades cardiovasculares, hipertensión u osteoporosis avanzada.
  • Busca acompañamiento profesional: Un entrenador o fisioterapeuta con experiencia en ejercicio terapéutico para mujeres.
  • Empieza poco a poco: Lo importante es la constancia. La intensidad se ajustará con el tiempo.
  • Incluye ejercicios funcionales: Movimientos que simulen acciones cotidianas como levantarse, agacharse o cargar peso.
  • No descuides el descanso y la alimentación: Son clave para una buena recuperación y para maximizar los beneficios del ejercicio.
  • Registra tus progresos: Anotar tus avances te motivará y te ayudará a mantener el hábito.

Lo que dicen nuestros resultados

Las mujeres que entrenan con nosotros durante la menopausia destacan:

  • Mayor vitalidad y motivación diaria
  • Reducción de los dolores articulares
  • Mejora del descanso nocturno
  • Más confianza para moverse, caminar o cargar peso
  • Un estado emocional más equilibrado
  • Mejoras o estabilización de la pérdida de densidad mineral ósea tras densitometrías de control

Conclusión: ponle fuerza a tu salud

La menopausia no tiene por qué vivirse como una etapa de deterioro físico o emocional. Muy al contrario, puede ser una oportunidad para tomar conciencia del cuerpo, adquirir nuevos hábitos saludables y ganar autonomía y bienestar.

El entrenamiento de fuerza es una herramienta poderosa y al alcance de todas, que no solo ayuda a reducir los síntomas típicos de la menopausia, sino que mejora la calidad de vida a largo plazo. Desde la salud ósea y muscular, hasta el equilibrio emocional y el descanso, sus beneficios son globales y duraderos.

Por eso, incorporar el ejercicio físico, y en especial el trabajo de fuerza, debería considerarse una parte esencial del cuidado de la salud femenina en esta etapa de la vida. Y, como siempre, lo ideal es adaptarlo a las necesidades de cada mujer, con un enfoque individualizado y seguro.

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Referencias:

  1. Fernández, MLD; de Oliveira, ML; Lirani-Galvão, AP; Marin-Mio, RV; dos Santos, RN; Lazaretti-Castro, M. Ejercicio físico y osteoporosis: Efectos de diferentes tipos de ejercicios sobre la función ósea y física de mujeres posmenopáusicas. Arq. Sujetadores. Endocrinol. Metabolismo. 2014, 58, 514–522.

  2. Li, W.-C.; Chen, Y.-C.; Yang, R.-S.; Tsauo, J.-Y. Efectos de los programas de ejercicio sobre la calidad de vida en mujeres posmenopáusicas osteoporóticas y osteopénicas: una revisión sistemática y un metaanálisis. Clínico. Rehabilitación. 2009, 23, 888–896.